Palabras en mi ausencia – Patrocinio Gil

 

PALABRAS EN MI AUSENCIA Y CARTA A DON ANTONIO MACHADO

 

      Permítanme, antes de la lectura de esta carta, decirles que es un honor, pero también una sorpresa, una grata sorpresa, que el jurado del Premio Internacional de Poesía de la Fundación Antonio Machado en Collioure, se haya decantado por mi obra 22 Y FEBRERO, como ganadora de la convocatoria de este año. Por lo que les estoy muy  agradecido. Comentarles, que la ilusión también ha sido doble y doble la satisfacción ya que, no hay mejor galardón que este premio, cuyos versos  escribí con gran cuidado y esmero para que, tanto Don Antonio, mi poeta del alma, como el maestro de mi pueblo allá en Ávila, no se sintieran defraudados. El mejor galardón cuando el final de toda una vida dedicada a la poesía va llegando al final, perdiendo coraje por la edad y los achaques. Gracias otra vez al jurado y gracias a la Fundación que lleva el nombre del poeta por mantener viva la llama de la poesía (siempre la hermana pequeña de la literatura) al convocar cada año este hermoso e importante premio, al que tenía unas ganas inmensas de presentarme pero que, unas veces por una causa y otras por otra, lo iba dejando. Por eso este pasado 2021, allá por el mes de junio cuando volví a ver las bases en internet, me dije, Patro, esta la última oportunidad, manda los poemas que escribiste en el viejo cuaderno. Y lo hice. Y me alegro.

      Unas horas después de que me llamara Antonio Orihuela,  Presidente del jurado para darme la grata noticia y felicitarme, pensé, como escribiera Almudena Grandes, recientemente fallecida, “Que el silencio pesa tal vez en quien calla más que la incertidumbre en quien no sabe”. Y es que yo, que sigo siendo un niño con 72 años largos y nunca he podido dejar de regresar a aquella infancia de la luz en el mar de los trigos cuajados de amapolas, no podía creérmelo del todo, que sólo era un sueño y al alba despertaría de él y no habría nada. No podía hacerme a la idea de que me lo habían concedido a mí.

      Salí de toda duda cuando a la mañana siguiente, Joëlle Santa-García, Presidenta de la Fundación, me lo corroboraba. Y, cuando colgué el teléfono y el silencio se hizo otra vez alegría, cerré los ojos y, como tantas veces le hablo a Don Antonio pidiéndole ayuda en los poemas, le dije en un salto que era ya un alborozo: Este Premio lo hemos ganado los dos, tú, con los versos crecidos de la tierra y el pueblo, y yo, con estos tan sencillos que, a tiras, me rompieron la piel al escribirlos. Y, de repente, como siempre sucede con un beso, escribí entre las briznas del color ya tan límpido de una mañana de enero que se colaba por los cinco sentidos y me hacía un poco más poeta:

Cuando escribes

cuentas cuentos e historias,

rememoras recuerdos

y dibujas infancias,

también esos exilios interiores

que se van de los sueños

y se hacen realidad

en los versos del aire…

 

      Luego, porque siempre hay un luego, mi querido poeta, por la constante y húmeda soledad del exilio, hoy, que se cumplen ya en las treguas del ansia 83 inviernos desde que nos dejaste y en mí se fue quedando la pena aprisionada. Te escribo cuatro letras con el color del tiempo de aquellos días azules y aquel sol de la infancia. Cuatro letras con pausa al son de este concurso que despertara en mí la ilusión de los versos que  fui escribiendo en tu nombre, como si fueras tú, con la pluma del alba y del exilio, el que los escribiera, un poco entre la lluvia que de verte lloraba en aquel triste enero del año 39 de sinrazón abierta como una vieja herida. Volver donde ahora habitas y estarme unos minutos al lado de tu tumba. Ahí, conjugando tu pena que también es la mía, la de todos vosotros los que hoy habéis venido. Estar aquí en Collioure y ser uno de tantos de los que no te olvidan. Sentir, como si me buscaran, tus ojos lentamente y me dieran los ánimos para seguir viviendo en la poesía. Porque sé que tus versos viven, Don Antonio, para que los míos vivan.

      Pero no pudo ser el estar con vosotros, en especial contigo. Y me duele no estar, y te pido disculpas, aunque, eso sí, sigo siendo ese niño que con tanta ilusión presentó sus poemas como un sueño aprendido de memoria y el corazón latiéndole en el pecho en un gozo infinito. Por eso, aunque aquí no estoy, mi corazón lo está, siempre vendrás conmigo y, tanto vienes, que me fui haciendo grande cuando envié estos versos con la suma esperanza de no saber ganar, y han ganado. Y en esta alegría inmensa, he cortado una rosa que llevo entre las manos para dejar con emoción y respeto y como sencillo homenaje sobre la tierra de tu tumba, y te envío en esta carta, que alguien leerá en mi nombre esta dulce mañana en la que tú y yo (los versos nos empujan) somos entre los sueños (tú, mucho más que yo) casi protagonistas.

      Siempre quise escribir: soy castellano viejo y los versos que escribo, se cuelan por las aguas de ese río de mi pueblo llamado Zapardiel, y de ese otro, Padre Duero, del que tanto escribiste, que por Soria y sereno, traza sin darse cuenta su curva de ballesta. Escribir, Don Antonio, a tu modo y manera, con la sencilla forma con que tú me enseñaste y el maestro me enseñara cuando los siete años. Y éste es el resultado, tan pobre y tan hermoso y en tu nombre que siempre va conmigo:

Como no pude venir

te envío mi voz en la carta;

mi voz callada y serena

pero ya un poco cascada,

Soledades de llevarte,

verso a verso aquí en el alma.

¡Ay, Don Antonio y amigo,

que en mi interior eres llama,

campos de Castilla, campos…

en los que tus versos granan

y yo, segador humilde,

con las claritas del alba,

como cosecha en primicia,

recojo como ganancia!

Hasta siempre Don Antonio

 

Casi en Collioure y a 20 de febrero de 2022

Patrocinio Gil


 

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Francisco Gómez Nadal représente les Editions La Vorágine de Santander

 

Francisco Gómez Nadal et Antonio Orihuela, président du Jury du Prix de Littérature Antonio Machado