« En el hotel de May Fair, donde trabajaba de camarero para pagarme mi estancia, me encontré, casualmente, con una profesora de literatura uruguaya, exiliada de su añorado país, a causa de la dictadura militar de la época. Una tarde plomiza, típica del invierno inglés, en un sala de exposiciones, me preguntó porqué me gustaba tanto la fotografía en blanco y negro siendo como era de una tierra que emanaba tanto color. Me recitó, casi de memoria, el poema de Campos de Soria, al tiempo, que me sentí emocionado por ello. En ese poema pude apreciar, casi por primera vez, los matices coloristas de mi propia tierra. De la boca de una uruguaya y en tierras inglesas… Toda una manifestación de color y todo envuelto en deseos finales de luz, alegria y de riqueza.
Viviendo ya en mi tierra, sentí la llamada de los Campos de Soria y ya no eran en blanco y negro – mejor para retratar el alma de las personas – sino en color. Todas mis publicaciones estarían inspiradas, en esencia, por la poesía y por su esencia machadiana. AI final, poesía y fotografía comparten el mismo territorio: el de la luz y el contacto, cuerpo a cuerpo, con la vida. »